¿Aprende el estudiante según su ESTILO DE APRENDIZAJE? ¿mito o realidad?

Mito de la caracterización del estilo de aprendizaje

“Los estudiantes aprenden mejor cuando lo hacen según su estilo de aprendizaje”

Se nos ha dicho que cada estudiante aprende acorde al “estilo de aprendizaje” que le caracteriza. Neil Fleming en 1987 definió que los estudiantes aprenden de distinta forma, según al sentido que tengan más desarrollado, de esta forma caracterizó la triada VAK.

Los Visuales (V) se estimulan en forma gráfica, símbolos, diagramas; los Auditivos (A) lo hacen desde los efectos audibles, discusiones, narraciones y los Kinestésicos (K) requieren de movimientos, manipular, tocar,  explorar para tener un mejor aprendizaje.

Con el tiempo se fueron ampliando al ámbito Lógico (matemático), Social (interpersonal), Solitario (intrapersonal), Aprendizaje visual, Auditivo), Verbal (lectura y escritura), Kinestésico, Multimodal.

Se nos ha dicho que hay un estilo para cada estudiante, lo que supone que cada estudiante aprende de mejor forma, cuando el docente le entrega la enseñanza por su estilo de aprendizaje específico, sobre el cual tiene mayores habilidades.

Existe el claro riesgo de que el docente al poner la atención en la diversidad de los estilos de aprendizaje del curso, podría desatender los fundamentos del buen aprender como la motivación y el sentimiento de autoeficacia, el autoconcepto académico y el compromiso por aprender, el desempeño académico, los intereses, necesidades, conocimientos que trae, habilidades del estudiante que ha desarrollado en esa área.

Desde estudios sobre el tema y sus conclusiones podemos indicar:

No existen medios certeros para asignar UN estilo de aprendizaje al estudiante.

Los test existentes para este efecto, no demuestran de manera válida y confiable su capacidad para determinarlo.

Estos se basan principalmente en autodiagnósticos y autoinformes, sobre la base de opiniones, percepciones y preferencias del estudiante por un estilo de aprendizaje, que en ocasiones no son los mejores para su aprendizaje.

Los estudiantes no siempre demuestran certeza para explicitar lo que hacen o cómo creen que lo hacen, lo que impide el dar cuenta con relativa certeza,  de cuál es su estilo de aprendizaje.

Kirschner, P. el año 2017 en su libro “Para de propagar el mito de los estilos de aprendizaje”, indica que hay un serio problema con la validez, confiabilidad y poder predictivo de las pruebas para determinar los estilos de aprendizaje. Indica que la mayoría de los estudiantes no entran en UN solo estilo de aprendizaje, ya que existen diferencias muy pequeñas o graduales para categorizarlas en uno solo.

Newton, P. el año 2015, en su publicación “El mito de los estilos de aprendizaje en la educación superior”, indica que se trata de una práctica educativa inefectiva que incluso resulta dañina para el aprendizaje, puesto que puede tener como consecuencia que los estudiantes desistan del estudio en determinadas asignaturas por creer que no corresponden con su estilo de aprendizaje; o bien, tengan excesiva confianza en sus capacidades para otras, por considerar que sí se adecúan a su estilo.

Diversos estudios han demostrado que no es efectivo que el aprendizaje se genere por medio de UN estilo que el estudiante prefiere, al punto de que no se muestran diferencias en el aprendizaje cuando la información se presenta en el estilo de preferencia o no.

Finalmente podemos concluir que el aprendizaje de calidad requiere de una diversidad de estilos para aprender, que el conocimiento y su significado se construyen con múltiples canales de información y diversos medios formativos, que provienen de distintos dominios sensoriales.

El buen aprender requiere de que un estudiante pueda utilizar diversas estrategias o estilos de aprendizaje, para el desarrollo de un concepto, de una habilidad. En esto reside la belleza del aprender humano, libre, diverso, no encasillado ni cerrado a modelos, estilos, paradigmas.

Quitar este mito creo que será complejo, pues está pegado en la piel docente, según el decir de Tom Bennett, mencionado anteriormente:

“Nos gusta creer que cada niño tiene una forma secreta y especial de aprender, un determinado estilo de aprendizaje, que solo tenemos que desbloquear. Nos gusta la idea de que todos somos especiales”.


Es un mito con una alta adhesión de profesores y con una mayor tradición de aplicación en los centros educativos, sin pensar en los efectos negativos que podría tener en el aula, tanto en relación con el estudiante (proceso de aprendizaje), como en el docente (proceso de enseñanza). 

Tengamos cuidado… que no se conviertan en lo que denuncia Tom Bennett:

“La teoría de los estilos de aprendizajes tiene tanta base científica como las bolas de cristal mágicas que compras en la tienda del Rey Arturo en Glastonbury”.

Tarea para la casa:

¿Veo con claridad la presencia de este mito en mi centro educativo?

¿”Asignar” un estilo de aprendizaje a un estudiante, abre posibilidades de aprendizaje o las cierra, estructura, limita?

¿Cómo podemos utilizar la propuesta de los estilos de aprendizaje, evitando la asignación de UNO para el estudiante?

¿Podríamos aplicar los estilos de aprendizaje desde una perspectiva más amplia, con menos sesgo, menos parcialidad?


Este artículo está tomado del libro: 40 mitos recurrentes en Educación, lo puede adquirir en AMAZON: https://www.amazon.com/dp/B08TS67CFD/ref=rdr_ext_tmb